martes, 2 de abril de 2013

Galletas


Ocurre que a Lucas le gustan las galletas, y tanto le gustan que no pasa un día sin que se coma entre una docena y docena y media. Siempre que sale de casa lleva galletas en los bolsillos. Le da lo mismo si son galletas de mantequilla, rellenas de chocolate o las maría de toda la vida. A Lucas lo que le gusta es el crujir de la galleta, por eso nunca las moja en leche.

Ocurre que Lucas conoció a Mariola, y a Mariola le gustan los bizcochos. Le gustan los bizcochos con sabor a ralladura de limón, los bizcochos borrachos e incluso los bizcochos de coco. A Mariola le gusta sentir la esponjosidad de los bizcochos en su boca, le gusta observar como el bizcocho embebe el café con leche de las mañanas, el de la merienda o el vaso de leche caliente de antes de irse a dormir.

Ocurre que a Lucas le gustó Mariola, y Lucas empezó a dejar espacio en sus bolsillos para los bizcochos de Mariola. Ya no los cargaba de galletas, a lo sumo una o dos por si le entraba la gusa a media mañana. Ahora los bolsillos de Lucas estaban llenos de bizcochos que ofrecer a Mariola, hasta aprendió a cocinarlos él mismo para que a ella nunca le faltaran.

Ocurre que Mariola conoció a Juanjo, y a Juanjo le gustaban los cruasanes. Le hacían gracia su forma, unas veces cuernos otras veces lunas menguantes. Y Mariola vió que los cruasanes también se bebían el café con leche, y Juanjo comprobó que se podían hacer bizcochos con forma de media luna. Y Juanjo y Mariola fueron felices.

Lucas nunca más volvió a comer galletas.